miércoles, mayo 15, 2024
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ExJefe del Pentágono: «Los OVNIS llevan con nosotros más de 70 años»

Los ovnis vuelven a los titulares. El gobierno de Estados Unidos admite que hay 120 avistamientos para los que no tiene explicación y hace públicos informes secretos del Pentágono. ¿Qué ha cambiado para que un tema tabú se tome en serio? ¿Hay indicios de vida extraterrestre o es una reedición de la Guerra Fría? Hablamos con el hombre que durante siete años dirigió el programa secreto sobre ovnis del Pentágono.

El tipo de cosas que Luis Elizondo veía cada día en su trabajo eran como para frotarse los ojos. Este exoficial de inteligencia del Ejército de Estados Unidos acudía cada mañana a la quinta planta del anillo C del Pentágono y salía de allí al finalizar su jornada abrumado por el asombro y por la frustración de no poder compartir con nadie lo que había visto.

Elizondo, veterano de Afganistán, fue el jefe del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales, un proyecto que funcionó entre 2008 y 2012 bajo total secreto, aunque distintas fuentes aseguran que siguió en activo al menos hasta 2017 y que se ha vuelto a retomar.

Allí un equipo de científicos, ingenieros y militares investigaban informes sobre OVNIS y trasladaban sus hallazgos al Departamento de Defensa. Cientos de avistamientos e incidentes pasaban por el despacho de Elizondo.

Material clasificado durante años, sobre el que ahora el Pentágono y los servicios de inteligencia deben rendir cuentas al público. Elizondo relata en exclusiva para XLSemanal lo que vio durante los nueve años que estuvo en el programa (siete como director).

XLSemanal. Hábleme de los incidentes que estudiaban en el Pentágono…

Luis Elizondo. Investigábamos objetos que invaden nuestro espacio aéreo sin que podamos hacer nada por evitarlo. Cosas que pueden volar a 18.000 kilómetros por hora. Y hacer giros imposibles. El SR-71 Blackbird de nuestra Fuerza Aérea alcanza un máximo de 3500 kilómetros por hora y para hacer un giro a la derecha necesita la mitad del estado de Ohio.

XL. ¿A qué conclusión llegó?

L.E. Cuando ves que algo es capaz de volar a 80.000 metros de altura, bajar a 15 metros e incluso sumergirse en el agua, reconoces que estás ante una tecnología más avanzada que la nuestra…

XL. ¿Creía usted en ovnis antes de ser destinado al programa secreto del Pentágono?

L.E. Nunca me había interesado el tema. Ni siquiera tenía tiempo para pensar en ello… Pero no es una cuestión de creer o no creer. La cuestión es ver qué podemos probar científicamente. Y los datos observacionales de los últimos setenta años nos dicen que hay objetos en nuestros cielos que desafían las leyes de la física. El método científico es la herramienta que tenemos para averiguar lo que son. Pero necesitamos un esfuerzo colectivo porque es un problema muy difícil que requiere de muchas mentes para resolverlo.

XL. ¿Qué tipo de personal formaba su equipo?

L.E. Personal científico, sobre todo ingenieros electroópticos, expertos en aviónica… También personal de inteligencia. Tuve mucha suerte de tener a mis órdenes a individuos muy valientes y perspicaces.

El programa se financió con una partida de 22 millones de dólares que había solicitado el exsenador por Nevada Harry Reid, lo cual no era un dato a favor para algunos mandos de Defensa. Reid tiene fama de excéntrico, ha aireado sus sospechas de que la empresa armamentística Lockheed Martin posee material secreto procedente de naves alienígenas accidentadas.

XL. ¿Se respetaba su trabajo o se les veía como a una pandilla de chiflados?

L.E. Parecía que había elementos en el Pentágono empeñados en ocultar al público todo lo que íbamos conociendo. Confío en que fuesen una minoría y que, a la larga, la verdad prevalezca.

Harto de la incomprensión de algunos superiores, Elizondo presentó su renuncia en 2017 a través de una carta en la que advertía de que «los desafíos burocráticos y las mentalidades inflexibles» dificultaban la investigación de fenómenos que podían comprometer la seguridad del país. Una carta que molestó en las altas esferas.

XL. Usted dimitió, según contó, harto de que sus informes ni siquiera fuesen entregados a los directivos de más alto nivel en el Departamento de Defensa.

L.E. Sí. Yo era un agente de inteligencia y mi trabajo era investigar los hechos, encontrar la verdad y decirla. Y es triste que para cumplir esa misión tuviese que dejar mi puesto. Pero así fue, me encontré con mucha oposición interna.

XL. ¿A qué cree que se debía?

L.E. A varias razones. Hay gente que siente que se están cuestionando sus creencias filosóficas o religiosas; otros no pueden asimilar que son incapaces de garantizar la seguridad nacional; no quieren parecer unos ineptos.

Una filtración determinante

Pero antes de marcharse del Ejército, Elizondo hizo algo más: consiguió que se desclasificaran tres de aquellos vídeos asombrosos; y fueron entregados a Chris Mellon, exsubsecretario de Defensa. Mellon los filtró a The New York Times. La filtración dio origen a todo tipo de teorías fantásticas, hasta que el Pentágono verificó que los vídeos eran auténticos.

Desde entonces la maquinaria de Washington empezó su lenta, pero implacable búsqueda de la verdad. El 25 de junio es la fecha tope para que Defensa y los servicios secretos presenten ante el Congreso un informe sobre el fenómeno OVNI, que ya no se llama así, por aquello de que la palabra se asocia a los extraterrestres. Ahora se conoce como UAP (fenómenos aéreos no identificados).

XL. Usted tuvo un papel clave en la filtración de los vídeos que terminó desencadenando la petición del Congreso. ¿Qué espera del informe?

L.E. Que el Senado pida ese informe significa que el asunto se toma más en serio en los últimos años. Aunque sigue siendo un tema incómodo para algunos. Solo estamos al principio de un largo proceso. Veremos qué pasa, pero soy optimista.

Uno de esos vídeos recoge un incidente protagonizado por cuatro pilotos de la Marina, entre ellos la teniente Alex Dietrich, de los Black Aces, una escuadrilla de cazas F/A-18 Super Hornet con base en California. En la actualidad tiene 41 años, es profesora en la Academia Naval de Maryland y madre de tres hijos.

A Dietrich le gustaría pasar desapercibida, pero no puede. La abordan periodistas, políticos y también lunáticos que han localizado su teléfono y la bendicen o la insultan. Todos quieren saber qué pasó el 14 de noviembre de 2004 sobre el océano Pacífico, a unas 100 millas al suroeste de San Diego, un día de cielo azul, sin nubes.

Esa mañana, Dietrich despegó del portaaviones USS Nimitz en su F-18, con un copiloto. Escoltaba el caza de su comandante, David Fravor, en misión de reconocimiento. El nuevo radar de un buque de apoyo había detectado lo que los operadores llamaron «múltiples vehículos aéreos anómalos» en el horizonte, que realizaban maniobras imposibles, como descender 80.000 pies (25.000 metros) en menos de un segundo.

Dietrich y Fravor fueron a echar un vistazo. Localizaron un objeto blanco del tamaño de un autobús, con forma de píldora, que se movía de manera errática. Fravor le pidió a Dietrich por radio que se quedara atrás mientras él volaba más cerca de aquella cosa. «Algunos días tu jefe te pide que limpies la cubierta. Otros días te pide que te mantengas a cubierto mientras él se enfrenta a un ovni», bromea. El objeto comenzó a imitar los movimientos del avión militar y luego desapareció. Era como si se burlase de ellos. ¿Eso es todo lo que sabéis hacer?

El encuentro fue grabado con una cámara infrarroja. El audio capta los aullidos de los pilotos que seguían los movimientos imposibles de aquel aparato, como zambullirse en las aguas del océano y luego emerger a una velocidad supersónica.

El humor de los aviadores navales puede ser brutal. Y en los días posteriores al avistamiento, los colegas de Dietrich le dejaban sombreros de aluminio en el comedor. Los implicados en el incidente elevaron un informe a sus superiores… Que se guardó en un cajón durante años. Hasta que cayó en las manos de Elizondo…

Desde que abandonó el Ejército, Elizondo se dedica a la divulgación de estos fenómenos, aunque sigue sujeto a una cláusula de confidencialidad de por vida con el Gobierno de Estados Unidos, así que debe medir muy bien lo que cuenta.

Cuando se filtraron los vídeos hubo tal revuelo que incluso se cuestionó que hubiese trabajado en el Pentágono, hasta que el exsenador Harry Reid y otros altos cargos vinculados al programa certificaron que así había sido y agradecieron públicamente sus servicios.

XL. ¿Qué es lo que pretende?

L.E. Mi misión es cuestionar el secretismo de los últimos 75 años sobre los ovnis y hacerlo de una manera que nos lleve a una comprensión mejor y más profunda de este gran enigma.

XL. ¿Y cómo de cerca cree que está de cumplir su misión?

L.E. Me gustaría aclarar que no se trata solo de mi misión, es nuestra misión como seres humanos. Hemos ido refinando nuestra percepción del lugar que ocupamos en el universo durante toda nuestra existencia. Ya fuera el heliocentrismo del siglo XVI, la teoría de los gérmenes en el XIX o la tectónica de placas en el XX. Nuestra visión evoluciona constantemente, y ahora debe evolucionar para incluir los fenómenos de los que están siendo testigos nuestros pilotos militares y personal civil, así como gente de todo el mundo.

XL. Hay que dar un salto mental muy grande…

L.E. Yo creo en la ciencia y en el método científico. Pero para poder estudiar el asunto, la comunidad científica merece transparencia del gobierno estadounidense y de los gobiernos de todo el mundo.

XL. Al final no me ha dicho si estamos más cerca de conocer la verdad…

L.E. Creo que en los últimos cinco años se han hecho progresos significativos. Estoy esperanzado.

XL. ¿Y qué hay del estigma, se ha sentido señalado?

L.E. Sí. Los pocos que hemos hablado en público del tema, pilotos, testigos… lo hemos sufrido. Es muy difícil de sobrellevar. Pero las cosas por las que vale la pena luchar son difíciles. Yo siempre me digo que no quiero ser un caballero medieval con una armadura brillante. Si luchas por lo que crees, tu armadura estará abollada y medio rota.

Mire, mi familia materna emigró a Cuba desde España. Mi abuela es de un pueblo de Navarra. Mi padre fue un disidente cubano, preso político de Castro. Nunca dejó de luchar por la verdad. Eso es algo que he heredado de él.

El informe que tiene en ascuas a Washington

El informe, que tiene en ascuas a Washington, lo pidió el senador republicano Marco Rubio. Y hay hipótesis para todos los gustos. Las Fuerzas Armadas tienen una larga historia de echar balones fuera en este asunto, pero Rubio piensa que quizá esta vez sea diferente. «Lo sabremos cuando tengamos el informe.

Algunos de mis colegas están muy interesados en este tema y algunos, ya se sabe, se ríen por lo bajo. Pero no creo que nos podamos permitir que el estigma nos impida tener una respuesta a una pregunta fundamental», declaró. De momento, ya se ha filtrado que, sea lo que sea, no se trata de tecnología militar secreta estadounidense. Y que hay al menos 120 incidentes para los que Defensa, el FBI y la CIA admiten que no tienen explicación. La lista de sospechosos es corta.

Una hipótesis sostiene que China ha dado un salto en la tecnología de drones. Pero a los expertos no se les escapa que el fenómeno OVNI, que empezó en 1947 con el avistamiento de «nueve platillos volantes» sobre el cielo de Washington, fue sobre todo un producto de la época de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos competían por ser la potencia dominante. ¿Estamos ante una reedición de lo que pasó en los años 50, solo que el ganador de aquella contienda se enfrenta ahora a un nuevo aspirante? Otra explicación sería que muchos de estos fenómenos no son sino errores en la interpretación de los datos, trampantojos creados por los instrumentos electrónicos de los aviones.

L. ¿No podría tratarse de fenómenos atmosféricos, o fallos en los sistemas de visualización…?

L.E. Todo eso es lo primero que mirábamos. Pero los testigos oculares están ahí. Y sus observaciones están respaldadas por el radar.

XL. Los testigos se pueden equivocar…

L.E. Nuestros pilotos son observadores entrenados. Hemos gastado millones de dólares en su formación para que sean pensadores críticos y para mirar una silueta y determinar si eso es un MIG-25 o cualquier otro aparato.

Hay también quien opina que estamos ante una gigantesca operación para desviar el foco de atención de la pandemia y sus consecuencias económicas, al menos durante una temporada. O que es un ejercicio de propaganda para meterle miedo a la gente y así poder sacar adelante programas de armamento millonarios dirigidos contra unos enemigos que ni siquiera existen.

Por algo los términos de moda entre los contratistas militares son ‘misil hipersónico’, que investigan Estados Unidos, Rusia, China… Alcanzaría el Match 5 (cinco veces la velocidad del sonido), y las defensas actuales son demasiado lentas para contrarrestarlo.

XL. Su equipo recopiló una lista de cinco capacidades de vuelo que desafían la lógica y que denominan ‘los cinco observables’: giro antigravitatorio, aceleración instantánea, velocidades hipersónicas sin firmas, camuflaje y viajes transmedios. ¿Cuál es la más sorprendente desde el punto de vista de la aviación actual?

L.E. Todas lo son. Los pilotos de la Marina involucrados en el encuentro del Nimitz fueron testigos de un objeto que desafiaba la gravedad de la Tierra y que no mostraba ningún medio de propulsión visible. No hay nada en el arsenal de Estados Unidos capaz de lograr esto.

XL. ¿Y si se trata de tecnología avanzada de otros países?

L.E. Es difícil creer que Rusia o China puedan tener esta tecnología, y más teniendo en cuenta que los registros desclasificados muestran avistamientos similares durante décadas. Es una tecnología que va más allá de esta generación. Una tecnología que pueda acelerar hasta 700 ‘G’ [un piloto sometido a 9 ‘G’ pierde la conciencia], que pueda evadir el radar y viajar a través del aire, el agua y el espacio exterior. Y que no tiene motores visibles, ni alas, ni cabina de mando.

XL. ¿Suponen estos objetos una amenaza para Estados Unidos?

L.E. Han estado a punto de colisionar con aviones de la Marina y tenemos encuentros con ellos todos los meses. Son capaces de hacer cosas que nosotros no podemos. Deben ser considerados una amenaza. Ahora bien, no sabemos sus intenciones. Pero se trata de un fenómeno global, no solo de Estados Unidos. Todos los gobiernos deberían colaborar.

XL: ¿Espera que otros países sigan el ejemplo de Estados Unidos y comiencen a desclasificar documentos?

L.E. Países de todo el mundo tienen archivos de encuentros similares. España, Brasil, Reino Unido y otros ya han desclasificado documentos sobre objetos que muestran rasgos de los ‘cinco observables’… El archivo sobre ovnis del gobierno español está muy bien organizado. Canadá es otro que ofrece un buen sistema para recopilar informes de incidentes.

¿Propaganda para justificar más gasto en armamento?

Es muy posible que el informe recoja más vídeos grabados desde aviones, así como declaraciones de testigos, estadísticas, fotos de satélites y datos de radar. Sin embargo, también lo es que no arroje mucha luz sobre estos sucesos. No son pocas las tripulaciones que dicen haber tenido encuentros de este tipo en muchas de sus salidas. «Si fueran aeronaves tácticas de otro país estaríamos ante un problema enorme.

Pero como parecen otra cosa, no estamos dispuestos a mirar el problema a la cara. Nos conformamos con ignorar el hecho de que están ahí fuera, observándonos cada día», explica el expiloto de la Marina Ryan Graves.

Por supuesto, la tesis que prefieren los norteamericanos es que se trata de naves extraterrestres. Casi la mitad cree que hay vida alienígena. Y en abril del año pasado se registró en el país el mayor número de avistamientos de la historia, en torno a un millar. Es evidente que, durante el confinamiento, la gente tuvo más tiempo para mirar al cielo.

Pero lo cierto es que últimamente andamos muy ocupados buscando indicios de que no estamos solos en el cosmos. Ahí está la visita de Oumuamua, el misterioso objeto interestelar que fascina a los astrofísicos, entre ellos a Avi Loeb, la eminencia de Harvard que considera que se trata de un ‘velero’ espacial.

XL. ¿Pueden ser extraterrestres?

L.E. Por lo menos hay que estudiarlo. Debemos poner todas las opciones sobre la mesa. Pero el término ‘extraterrestre’ nos limita. Si hay pruebas de que estos objetos llevan con nosotros al menos 70 años, y posiblemente más, se trata de algo que sucede en la Tierra.

XL. ¿Cree que se trata de vuelos de ‘observación’?

L.E. Tenemos indicios de que puede ser así. Muchos de estos avistamientos tienen lugar en el entorno de instalaciones nucleares… Pero tenemos que tener cuidado a la hora de interpretar estos datos. Podemos caer en la trampa de antropomorfizar un fenómeno que, desde el punto de vista científico, sigue siendo inexplicable.

XL. ¿Por qué, en ocasiones, estos objetos imitan los movimientos de los aviones con los que se encuentran?

L.E. Algunos consideran que están jugando con nosotros. Otros que es una manera de comunicarse. Y hay quien lo ve como un táctica evasiva para evitar que nuestros cazas se acerquen demasiado. Pero estamos antropomorfizando de nuevo…

Componente Ladillo

Los testigos se pueden equivocar…

Nuestros pilotos son observadores entrenados. Hemos gastado millones de dólares en su formación para que sean pensadores críticos y para mirar una silueta y determinar si eso es un MIG-25 o cualquier otro aparato.

FUENTE: ABC

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