sábado, diciembre 21, 2024

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Por qué aburrirse es bueno (y malo) para tu salud

Por qué aburrirse es bueno (y malo) para tu salud

He conocido a muchas personas con un verdadero talento para aburrir a los demás, pero Sandi Mann es una de las pocas en convertirlo en un oficio.

Los voluntarios que visitan su laboratorio se exponen a la posibilidad de tener que ejecutar tareas nada emocionantes, como copiar interminables listas de números telefónicos.

La mayoría lo tolera de buen grado, dice, pero la manera como se acomodan constantemente en el asiento y sus bostezos regulares demuestran que no lo están disfrutando para nada.

Su agonía es ganancia para la ciencia, sin embargo: Mann quiere entender el profundo efecto que el aburrimiento tiene sobre nuestras vidas.

Hasta ahora, es una de las pocas psicólogas que ha explorado un territorio tan denso. «Es la Cenicienta de la psicología», dice. Después de todo, admitir que uno está estudiando el aburrimiento podría ser -¿cómo decirlo?- un poco aburrido. Pero eso está lejos de ser verdad.

Resulta que el aburrimiento puede ser un estado mental peligroso y perturbador que afecta la salud y hasta reduce la expectativa de vida en años.

Si eso suena negativo, escucha esto otro: la investigación de Mann también sugiere que sin el aburrimiento no podríamos lograr nuestras hazañas creativas.

Morirse de aburrimiento

El aburrimiento es una parte tan grande de la existencia cotidiana que sorprende saber lo poco que ha sido estudiado.

Pero quizás sea su prevalencia lo que explique por qué los científicos se han tardado en explorar la sensación.

«Cuando estás nadando en algo, quizás no te des cuenta de cuán importante es», dice John Eastwood, de la Universidad York en Canadá, uno de los primeros académicos en interesarse en la materia.

Una de las ideas equivocadas más comunes es que «sólo las personas aburridas se aburren».

Cuando Eastwood se propuso estudiar las razones del aburrimiento, encontró que hay dos tipos característicos de personalidad que tienden a sufrir de tedio y ninguno de las dos es particularmente soso.

El aburrimiento con frecuencia viene de la mano de una actitud naturalmente impulsiva por parte de quienes están buscando constantemente nuevas experiencias.

Para estas personas, una vida tranquila simplemente no es una montaña rusa lo suficientemente intensa como para capturar su atención. «El mundo es crónicamente poco estimulante», dice Eastwood.

La segunda clase tiene casi exactamente el problema contrario. Para ellas, el mundo es un lugar temible, así que se encierran en sí mismas.

«Debido a su alta sensibilidad al dolor, se retraen», dice el científico. Pero no siempre están satisfechas con ello, de lo cual resulta un aburrimiento crónico.

Aburrimiento y autodestrucción

Casi desde el principio, quedó en claro que cualquiera de estos estados puede empujar a la gente a hacerse daño. Estudios han vinculado la inclinación al aburrimiento con a una tendencia a fumar, beber demasiado y consumir drogas.

Eso sin hablar de comportamientos más mundanos, pero igualmente poco saludables, como comer para superar el tedio.

«El aburrimiento es lo que está impulsado la industria de los dulces y chucherías», dice Mann, quien trabaja con la Universidad de Central Lancashire, en Reino Unido.

El efecto general del aburrimiento en la expectativa de vida también puede ser drástico. Un conocido estudio en Reino Unido que siguió a funcionarios de mediana edad encontró que quienes tenían más probabilidades de aburrirse tenían un 30% más de chance de morir en los siguientes tres años.

Esto es un enigma para los psicólogos evolutivos. Las emociones deberían evolucionar para nuestro beneficio, no empujarnos a la autodestrucción.

«El hecho de que el aburrimiento sea una experiencia cotidiana sugiere que debería servir para algo», dice Heather Lench, de la Universidad Texas A&M.

Después de todo, sentimientos como el miedo pueden ayudarnos a evitar el peligro, mientras que la tristeza puede ayudar a evitar que cometamos errores en el futuro. ¿Qué consigue el aburrimiento?

Con base en la evidencia recopilada hasta ahora, Lench sospecha que el aburrimiento se encuentra detrás de una de nuestras características más importantes: la curiosidad.

El aburrimiento, dice, evita que caigamos siempre en lo mismo y nos impulsa a ponernos nuevas metas o a explorar nuevos territorios o ideas.

En ocasiones, la búsqueda de una vía de escape puede llevarnos a tomar riesgos que eventualmente nos causan daño.

Un equipo de investigadores dejó una vez a un grupo de personas solas en una habitación por 15 minutos con un botón que les permitía administrarse un choque eléctrico en el tobillo. Muchos apretaron el botón, al parecer porque era la única forma de romper el tedio.

Pero la parte positiva es que también puede incrementar la motivación.

En el caso de los voluntarios que copian números de teléfono, Mann encontró que su hastío elevó su desempeño en pruebas de creatividad, como la búsqueda de usos innovadores para objetos de uso común.

La investigadora sospecha que el tedio llevó a sus mentes a deambular, lo que lleva a formas de pensar más asociativas y creativas. «Nos permite dar saltos de imaginación», dice.

Asumir el tedio

En virtud de sus beneficios, Mann piensa que no deberíamos temerle al aburrimiento cuando nos ataca.

«Debemos asumirlo», dice. «En vez de decir ‘estoy aburrida’ cuando estoy atrapada en el tráfico, pongo música y dejo que mi mente divague, a sabiendas de que es bueno para mí».

A cuenta de la tecnologización de la sociedad, las generaciones del futuro parecieran destinadas a aburrirse más.

Eastwood es menos entusiasta acerca de los beneficios del fastidio; más bien advierte que debemos tener cuidado cuando buscamos un escape inmediato.

«El sentimiento es tan negativo que la gente corre a eliminarlo. Necesitamos escuchar la emoción y preguntarnos qué está tratando de decirnos», señala.

Por ejemplo, buscar una gratificación inmediata a través del teléfono o la tableta puede ser contraproducente.

«Vivimos en una sociedad dominada por la tecnología, en la que estamos demasiado estimulados, constantemente afectados por las interrupciones. Eso nos pone en una especie de cinta para correr: nos la pasamos esperando cosas que reaviven nuestra curiosidad cada vez más fáciles y más rápidas. Pero es posible que esto nos cause, en realidad, más aburrimiento», dice el especialista.

El especialista sugiere que quizás sea mejor preguntarse qué nos está ocasionado el problema de fondo.

Su trabajo sugiere que enseñarle a la gente cómo sentir que sus vidas tienen un propósito y un significado más grandes tiende a hacer que se sientan menos aburridas, según constatan pruebas subsecuentes.

Aburrirse puede parecer una molestia superficial, pero podría ser un síntoma de una crisis existencial más profunda.

Si te sientes aburrido, quizás sea un buen momento para revaluar tu vida y tus objetivos… y repensar qué quieres decir exactamente cuando dices que estás fastidiado.

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