miércoles, mayo 15, 2024
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Los olvidados de la historia

Es inevitable que al rememorar la gesta histórica de la Batalla de San Jacinto vengan automáticamente a nuestra mente los nombres del General José Dolores Estrada y Andrés Castro, cuyas acciones fueron trascendentales para asestarle una dolorosa y humillante derrota a las tropas de William Walker, superior en números y armas.

La valentía y coraje de estos héroes nacionales es innegable, como también la de muchos otros patriotas que defendieron a Nicaragua de las pretensiones expansionistas del filibustero norteamericano, quienes han sido injustamente olvidados en los libros de textos.

La participación de los indios flecheros de Matagalpa significó mucho para lograr la victoria, pero no se les reconoce su importante contribución en la historia. Y lo peor de todo es que el olvido no es fortuito, oscuros intereses los mantuvieron en el anonimato por casi siglo y medio.

En el parte oficial del combate del 14 de septiembre, que el coronel –en ese entonces-, José Dolores Estrada emitió al General en Jefe del Ejército Libertador de la República, no se menciona la participación de los flecheros, aunque en comunicaciones posteriores sí se les reconoce, asegura el historiador Clemente Guido Martínez, director de Cultura y Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua.

Existe documentación que confirma que unos sesenta indios matagalpinos, que formaban parte del Ejército de Septentrión, al mando del capitán Francisco Sacasa, quienes llegaron a la Hacienda San Jacinto el 11 de septiembre desde Matagalpa, tras caminar durante dos días, para reforzar a los soldados que estaban acantonados allí para evitar que las tropas filibusteras de Granada y Masaya fueran abastecidas desde la región de Chontales.

Muchos de esos indios, así como su jefe Sacasa, perecieron en esa batalla.

En el 2010, en un acto solemne se reivindicó la participación de los indios flecheros de Matagalpa en la Batalla de San Jacinto.

Tras un exhaustivo estudio realizado por arqueólogos nacionales y extranjeros, se determinó que tres osamentas encontradas en la inmediaciones de la Hacienda San Jacinto, pertenecieron a tres de los 60 indígenas matagalpas que se sumaron a las tropas del General Estrada.

Anterior a esto los indios flecheros no se les mencionaba siquiera en los libros de texto. Como que nunca habían existido, pero porqué. Para saber el motivo del olvido de estos valientes guerreros debemos remontarnos en el tiempo 131 años.

Masacrados y eliminados de la historia

Paradójicamente, un gobierno conservador, partido por el que habían luchado en la Guerra Nacional, no sólo los traicionó, sino que los expropió de sus tierras comunitarias y los masacró.

En la época de los treinta años de gobiernos conservadores, durante la administración del general Joaquín Zavala en 1881, ocurre la Rebelión de los Indígenas ya que se les hace la guerra por tener tierras en comunidad y se les aplican las leyes de ocupación forzada para obligarlos además a las tareas agrícolas.

El gobierno también pretendía que trasladaran grandes rollos de alambre para tender el hilo telegráfico desde Matagalpa hasta Managua, lo cual se hará a pie, en carreta o lomo de mulas y que construyeran un camino para viajar en carreta de Matagalpa a León.

A los indios se les impuso servir obligatoriamente en el Ejército Gubernamental. Los terrenos comunitarios que eran propiedad de los indígenas por Derecho Natural el gobierno los convirtió en latifundios para la siembra y cultivo de café, pasando de ser dueños de su parcela de tierra, a ser asalariados y peones de haciendas cafetaleras, lo que lógicamente ocasionó una gran inconformidad.

También se les prohibió la elaboración de la chicha que acostumbraban para sus festividades, además de imponerles impuestos por no trabajar, incluyendo la persecución por medio de Jueces e Inspectores de Trabajo para obligarlos a trabajar y en caso contrario podían ser encarcelados.

Todo esto provocó que los indios se rebelaran. Entre el 8 y 10 de agosto, se enfrentaron en una guerra las tropas llegadas desde Managua con pobladores de Matagalpa.

Producto de este encuentro bélico resultaron 3 muertos y 21 heridos con flechas, de las tropas llegadas de Managua; de la gente de la ciudad de Matagalpa murieron varias personas.

El número de indios muertos fue grande, en más de 400, dice el reporte oficial y otros dicen en más de 500, los cuales fueron enterrados en zanjas abiertas al lado occidental del Río Grande de Matagalpa.

Así le pagó el gobierno conservador a un aliado de la Guerra Nacional. No les bastó despojarlos de sus propiedades y masacrarlos, también los eliminaron de la historia. ¿Fue por castigo, como si todavía hiciera falta-, o remordimiento?

Faustino Salmerón, el campisto que no es muy popular entre los historiadores

Por muchos años se creyó, erróneamente, y se publicaba en los libros de textos escolares que el filibustero que murió producto de la certera pedrada de Andrés Castro había sido Byron Cole, quien comandaba las tropas que invadieron la Hacienda San Jacinto el 14 de septiembre de 1856.

Faustino Salmerón, un campesino que participó en la batalla, y que no es recordado con una calle, escuela o parque con su nombre, dio persecución a los filibusteros que huían derrotados, entre ellos Byron Cole.

Dos días después del desigual enfrentamiento encontró al filibustero en la Hacienda San Ildefonso, y lo ajustició. Existen dos versiones; una que le propinó dos machetazos en la cabeza y la otra que lo ahorcó.

El historiador Clemente Guido justifica la ausencia de este “héroe” en los libros de historia, alegando que no existe documentación que respalde su acción.

Otros en cambio, que si creen que Salmerón acabó con la vida del filibustero, señalan que ha sido ignorado debido a que fue un ajusticiamiento, fuera de un escenario de guerra, y eso le resta heroísmo.

Fueron dos batallas

Muy pocos saben que en la Hacienda San Jacinto no sólo se libró la batalla del 14 de septiembre. En realidad fueron dos.

Los filibusteros de William Walker, instalados en la ciudad de Granada, se abastecían de carne en las haciendas de ganado ubicadas al norte y al este del Lago Xolotlán, las cuales estaban en el departamento de Granada, el cual lo conformaban los actuales departamentos de Granada, Masaya, Carazo y Managua.

El 29 de agosto de 1856 (según el testimonio del capitán Carlos Alegría) un grupo de 100 legitimistas al mando del Coronel José Dolores Estrada salió de Matagalpa, por órdenes del General Tomás Martínez, para impedir que los filibusteros robaran el ganado, ya que cometían abigeato, llegando a la hacienda San Jacinto ese mismo día por la tarde.

El 5 de septiembre, al amanecer, llegó un escuadrón de rifleros a caballo para atacar la hacienda en una escaramuza. Iban dirigidos por el Coronel Edmund McDonald, junto con el Capitán William P. Jarvis.

Los legitimistas, armados con fusiles de chispa, rechazaron el ataque de los filibusteros, teniendo estos 6 muertos y varios heridos durante el ataque, Jarvis resultó mortalmente herido. Los patriotas tuvieron un muerto y 3 heridos.

¿Quién fue el modelo para esculpir el monumento a Andrés Castro?

Antes de 1955, Andrés Castro era uno de los tantos héroes olvidados, el intelectual chontaleño Guillermo Rothschuh Tablada y un grupo de estudiantes del Instituto Nacional “Miguel Ramírez Goyena”, entre los que estaban Carlos Fonseca Amador y el ahora historiador y miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, Roberto Sánchez Ramírez, decidieron rescatar la figura y acción del héroe, realizando una colecta para erigir un monumento en su honor.

Además se logró que fuera incluido en las celebraciones de las Fiestas Patrias. Según Sánchez Ramírez, es el único monumento del país, que fue inaugurado en el centenario de la heroica batalla, que ha sido posible gracias a la colecta popular, y asegura con orgullo que es el monumento más visto en toda la historia del país.

La estatua de Andrés Castro fue inaugurada en 1856, con motivo del centenario de su gesta heroica. En el acto quiso estar presente el dictador Anastasio Somoza García, pero los estudiantes no se lo permitieron.

La escultura fue elaborada por la escultora nicaragüense Edith Grøn, danesa por nacimiento. Según Roberto Sánchez Ramírez, el modelo en el que se inspiró la escultora fue Silvio Turcios Ramírez, conocido como Bill Turcios, un fornido boxeador. Turcios era papá del guerrillero Oscar Turcios.

¿Dónde están los restos de Andrés Castro?

Después de la gloriosa acción de San Jacinto, Castro adquirió una finca situada en los alrededores de Managua, cerca del antiguo Hospital “El Retiro”.

En diciembre de 1856 contrajo matrimonio con una joven capitalina llamada Gertrudis Pérez.

Se cuenta que en su casa dio posada a un matrimonio joven. El marido se llamaba Eusebio García, y comenzó a sentir celos de Castro, a causa de su joven esposa. Un día de tantos le hizo cargos, por tradición oral se sabe que hubo el siguiente diálogo:

“Ideay, hombré. Teniendo yo mi trompuda para qué voy a enamorar a tu trompuda.”

Pero el marido no le creyó y se dio por ofendido. Así que un día de 1876, cuando Andrés iba camino a las sierras de Managua, el hombre lo emboscó y le dio muerte, atacándolo por la espalda.

Existen varias versiones sobre los detalles de la muerte, aunque todos coinciden en que fue por lío de faldas, y que fue ultimado por un filoso machete, ya que el héroe nacional era muy enamoradizo.

Según Ramírez Sánchez, Castro fue esperado por donde es actualmente Plaza España, siendo asesinado a machetazos. Otras versiones señalan que su muerte se produjo en una cantina.

Fue enterrado en el Panteón “San Pedro” de la ciudad de Managua, frente donde hoy es el edificio del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). El gobierno estuvo pasando una pensión a su viuda hasta que ésta murió.

Treinta años después se inició una reducción en el terreno del camposanto para construir calles de la ciudad. Presuntamente sus familiares trasladaron sus restos a una comarca ubicada entre San Jacinto y Tipitapa. Se desconoce el paradero de su tumba.

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