sábado, noviembre 23, 2024

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El lado oscuro de los cuentos infantiles

En la Edad Media eran pocos los adultos y los niños que tenían acceso a los libros y a la lectura. La cultura se hallaba recluida en palacios y monasterios y los pocos libros a los que se tenía acceso estaban destinados a inculcar buenas costumbres y creencias religiosas.

Aunque tienen una forma y una estructura muy bien definida, los cuentos infantiles pueden tener un significado diferente para diferentes culturas y tiempos.

Esto se puede apreciar explorando las diferentes versiones existentes de las historias más populares en la nueva edición de los relatos de los hermanos Grimm.

Imaginémonos por un par de segundos, de noche, junto a la cama de nuestro hijo, leyéndole un cuento cargado de sangre y violencia, mientras afuera bate el viento y las ramas de los árboles crujen y chocan contra las ventanas de casa.

Pues parece que esta inaudita escena sí tuvo lugar en las mentes de los editores de los relatos de los hermanos Grimm, quienes se empeñaron en que nada escape de la versión original, cargada de elementos góticos.

El dato está en que originalmente estos hermanos escritores, Jacob y Wilhelm, tuvieron la iniciativa de recopilar la mayor cantidad posible de esos relatos que los habitantes de cierta región de Alemania habían heredado de padres y abuelos. Pero muchos de aquellos relatos contaban escenas de horror y de sangre.

Ahora, los promotores de Princeton University Press, la editorial de la prestigiosa universidad norteamericana, publicó la edición de la primera traducción y edición completa de los relatos de los hermanos Grimm, sin retirarle ni una coma, con los mismos sucesos truculentos con que fuera concebido hacia 1812.

Con el título The Original Folk and Fairy Tales of the Brothers Grimm: The Complete First Edition, y cargado de ilustraciones de Andrea Dezsö, este hubiera sido un libro excelente para regalar antes de Halloween, pero no deja ser un buen regalo por Navidad.

Si durante 200 años estos relatos fueron transformados, modificados y edulcorados por editores, libreros y buenos padres de familia, ahora todos tenemos la opción de saber de las relaciones sexuales de Rapunsel con el príncipe, que la embarazó; de una madre que pretende devorar a uno sus hijos porque no tiene qué comer, o de la conspiración de la reina bruja de Blancanieves para matar a la bella princesa, quien en realidad es su hija biológica; todo aderezado con buena dosis de misterio, brumas, sangre y violencia.

Y no quedaría fuera de nuestra nueva lectura la escena de las hermanas de Cenicienta cortándose truculentamente los dedos de los pies para que les cupiera la famosa zapatilla.

En todo caso “La Cenicienta” ofrece uno de los peores ejemplos de las más bajas pasiones que pueden anidar en el espíritu humano, y que además debieran evitársele a los niños, como lo son: la envidia, los celos, la animadversión hacia madrastras y hermanastros, la vanidad y el apego a la vestimenta y otros objetos materiales.

Se sabe que la versión de los hermanos Grimm de La bella durmiente, en la que la princesa es despertada por el casto beso del príncipe que la rescata, es una alteración que elimina los elementos de canibalismo, violación y adulterio del relato original.

Éste apareció por el año 1528, y en él, el príncipe, que no logra, por más que grita, despertar a la princesa durmiente cuyo nombre es Talia, procede a abusar sexualmente de ella para luego regresar a casa con su esposa.

La princesa da a luz gemelos y es el hecho de que éstos mamen de sus pechos lo que la hace despertar. Cuando el príncipe pasa de nuevo por el lugar y ve que Talia ha despertado y tiene dos hijos suyos se los lleva a todos a palacio.

La esposa, que no tiene hijos propios, trata de matar a los niños diciéndole al cocinero del reino que los prepare para la cena. Pero el príncipe se da cuenta a tiempo del macabro plan y arroja la mujer al fuego. Al final, la heroína termina viviendo feliz por siempre junto al tipo que la violó mientras dormía.

En la versión de conocida por todos, Caperucita y su abuelita son rescatadas de la barriga del lobo por un leñador, quien, mientras la fiera duerme después de la suculenta comida, le abre la barriga con una tijeras para rescatar a las damas, para luego llenársela con piedras.

Sin embargo, para los hermanos Grimm “el lobo” convence a Caperucita Roja de probar un poco de la carne y de la sangre de su abuela, después, de que se quite la ropa y se meta a la cama con él.

Originalmente concebidos como recopilación de leyendas orales nacionales -no específicamente para niños-, de 40 a 50 de estos cuentos fueron retirados por el mismo Wilhelm Grimm para adaptarlos a las exigencias de la clase media alemana de la época y así que pasaran sin problemas a través del filtro siempre férreo de la Iglesia.

“Si hay algo ofensivo –insistió Jack Zipes en The Guardian-, son los lectores por sí mismos quienes decidirán lo que deben leer. No necesitamos censores puritanos para decirnos lo que es bueno o malo para nosotros”.

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