Francia es el país con más husos horarios del mundo. La República francesa cuenta con doce franjas horarias, seguida de Estados Unidos y Rusia, con once. Esto se debe a que la Constitución de 1958 reconoce como parte del Estado once poblaciones de ultramar con diferentes estatus jurídicos, concentradas especialmente en el mar Caribe, el océano Índico y el Pacífico.
La carta magna también incorpora una parte de la Antártida dentro de su esfera de influencia, así como la isla Clipperton, cerca de México en el Pacífico norte.
La extensión territorial de Francia proviene de su pasado colonizador. Los pueblos de ultramar derivan de las conquistas del Imperio colonial francés desde el siglo XVI hasta su disolución a mediados del XX, cuando estas regiones pasaron a disfrutar de un régimen jurídico diverso al de las colonias.
Los territorios comprenden más de 120.000 kilómetros cuadrados de superficie terrestre y más de diez millones de kilómetros cuadrados de zona económica exclusiva, que hacen de la República francesa la segunda potencia marítima del mundo por detrás de Estados Unidos.
Las reivindicaciones territoriales de Francia se extienden hasta el extremo oriental de la Antártida, donde reclama la soberanía de la Tierra Adelia.
Sin embargo, la comunidad internacional no reconoce esta pretensión, que le otorgaría un huso horario adicional al país.
Toda esa vasta porción de territorio explica que Francia sea el país con más zonas horarias. La parte metropolitana está regida por un único huso que coincide con la hora central europea (UTC+01:00), mientras que los territorios de ultramar engloban franjas horarias que van desde la mayoría de la Polinesia francesa (UTC-10:00) hasta Wallis y Futuna (UTC+12:00), en el Pacífico sur.
Los husos horarios: un sistema unificado que costó implantar
El origen del sistema de husos horarios se remonta a finales del siglo XIX. Su autor, el ingeniero británico Sandford Fleming, propuso en 1879 un método de unificación internacional para conocer la hora con exactitud en cualquier rincón del planeta.
Hasta entonces, la posición del Sol y la designación arbitraria de los puntos de referencia habían servido como mecanismos para estimarlo.
Sin embargo, la aparición del ferrocarril y la globalización del comercio obligaron a estandarizar su regulación.
De este modo, Fleming diseñó una división del mundo en veinticuatro franjas horarias definidas por los meridianos, líneas imaginarias que recorren la Tierra de norte a sur. El meridiano cero serviría como punto de partida de esta partición.
Por cada huso horario al este del meridiano base, se sumaría una hora al Tiempo Universal Delimitado (UTC, por sus siglas en inglés), esto es, la hora correspondiente a la zona delimitada por el meridiano cero. Por el contrario, las franjas ubicadas al oeste restarían.
El proyecto de Fleming llegó a la Conferencia Internacional del Meridiano de octubre de 1884 en Washington D. C. a propuesta del presidente estadounidense Chester Alan Arthur.
En la capital norteamericana, veinticinco países decidieron que el meridiano cero pasara por el Real Observatorio del distrito londinense de Greenwich, en el Reino Unido.
Pese a ello, las disputas políticas dificultaron la implantación del acuerdo, y Francia mantuvo durante veinticinco años el uso del meridiano de París que había respaldado en la Conferencia.
Otros países, como la España franquista, modificaron su zona horaria durante la Segunda Guerra Mundial para alinearse con la hora de Alemania.
También existen casos como el de la República Popular de China, que utiliza solo uno de los cinco husos horarios que le corresponden como símbolo de unidad nacional.
Venezuela, incluso, decidió abandonar el sistema internacional unificado en 2007 y retrasó treinta minutos su hora tradicional para aprovechar mejor la luz solar, aunque lo revirtió en 2016.