Desde siempre, Argentina y Uruguay pelean por el origen del cantante de tangos más famoso e icono de la cultura rioplatense, Carlos Gardel. Los uruguayos juran que nació en Tacuarembó, en el centro de su país.
Los argentinos dicen que era de Toulouse (Francia). Lo que no cabe duda es que se crió en Argentina. La pregunta que muchos se hacen es por qué tantas dudas sobre su origen.
Un grupo de investigadores argentinos las atribuyen a una deliberada intención del cantante y actor de cine de borrar de su historia un supuesto pasado de joven estafador, según publicó el periódico porteño Página/12.
Siempre había corrido el rumor de que Gardel había incurrido en delitos antes de convertirse en la gran voz del tango de principios del siglo XX.
Se decía que incluso había estado preso por poco tiempo en la cárcel de Ushuahia, la ciudad más sureña de Argentina, donde existía una suerte de Alcatraz sudamericano. Pero no había pruebas de nada de esto.
Ahora, dos investigadores forenses, Raúl Torre y Juan José Fenoglio, ha confirmado que las huellas dactilares que dejó Gardel en 1923 en un expediente ante el consulado de Uruguay en Buenos Aires para pedir el pasaporte de ese país y así poder ir de gira al exterior coinciden con las de una copia de un presunto informe de antecedentes policiales de 1915.
En ese expediente se definía al “pibe Carlitos” como un “estafador por medio del cuento del tío”. El cuento del tío era un engaño bastante usado en la Argentina de principios del siglo XX y consistía en que el timador entrase a un bar de Buenos Aires y le contase a un comensal que había recibido una herencia en una provincia lejana.
La víctima de la estafa le prestaba dinero al embustero, al que nunca más volvía a ver.
Torre y Fenoglio investigaron durante 14 años documentos sobre Gardel y detectaron también sus huellas en otro expediente que la Policía le había abierto por fugarse de su hogar en 1904.
El Zorzal Criollo tenía entonces 14 años. En ese documento se identificaba al adolescente como Carlos Gardez, nacido en Toulouse, y solo se nombraba a su madre, Berta Gardez.
En 1915, en la copia del informe policial que hace pocos días encontró la compositora de tangos e investigadora Martina Iñíguez, y que refiere al pasado de estafador, se le mencionaba con su apellido correcto, pero se decía que tenía un padre reconocido, también llamado Carlos Gardel, alguien que jamás existió, y que era oriundo de La Plata.
En 1923, cuando ya era un famoso cantante, se presentó en el consulado de Uruguay con dos testigos de ese país para decir que había nacido en Tacuarembó en 1887, hijo de Carlos y Berta Gardel.
Diez años después, dos antes de su muerte en un accidente de avión en Medellín (Colombia), el músico redactó su testamento en el que se definió así: “Soy francés, nacido en Toulouse el 11 de diciembre de 1890 y soy hijo de Berthe Gardés. Hago constar expresamente que mi verdadero nombre y apellido son Carlos Romualdo Gardel”.
“Tanto cambio de identidad me hace pensar en lo mucho que pesó aquel expediente de estafador”, explicó el forense Torre.
Se supone que Gardel no podía permitir que se conociera su pasado delictivo porque arruinaría su carrera.
Según los investigadores, Gardel logró en 1922 que el entonces presidente de Argentina, Marcelo de Alvear, ordenara a la Policía que destruyera los documentos sobre los antecedentes penales del cantante.
Hasta ahora, la historia contaba que los cambios de identidad de Gardel habían obedecido a su intención de evitar que Francia lo enrolara en sus fuerzas militares para combatir en la Primera Guerra Mundial.
Pero los forenses Torre y Fenoglio recuerdan que los países europeos no perseguían a sus ciudadanos por Sudamérica para incorporarlos a sus filas.
Un dato curioso surge de algunas de las primeras composiciones cantadas por Gardel. Su autor era Andrés Cepeda, al que le llamaban “el poeta de la prisión”, porque pasó muchos años preso y terminó muriendo en una pelea.
Según Torre, también Cepeda figura como estafador en la modalidad de “cuento del tío”. Todo hace pensar que ambos compartieron correrías.