sábado, noviembre 16, 2024

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Tras toda una vida de espera, Carlos ya es el rey Inglaterra

No han pasado ni veinticuatro horas desde que se comunicó el fallecimiento de Isabel II a los 96 años de edad y después de estar 70 en el trono, y su hijo mayor, el rey Carlos III, siguiendo el protocolo ya se ha enfrentado al complicado momento del relevo en la jefatura del Estado británico.

Este mismo viernes, el nuevo soberano llegaba a Londres desde el Castillo de Balmoral, en Escocia, lugar en el que falleció la Reina, acompañado por Camilla, la reina consorte, para recibir en el Palacio de Buckingham un sinfín de pésames y escuchar los primeros God save the King (Dios salve al Rey). Una frase que todavía suena extraña en los oídos de unos británicos que tras el momento de dolor comenzarán a poner a prueba el reinado de Carlos III.

Nada es improvisado, todo está planificado al milímetro: Carlos III quiere ser un rey más cercano, lo demostró estrechando manos e incluso dejandose besar en su primera aparición pública tras la muerte de su madre, y lo ha vuelto a reflejar en su primer discurso como jefe del Estado, que se ha emitido a las seis de la tarde (hora local) y que ha reflejado algunas de las claves de lo que podría ser la nueva era.

No podía ser de otro modo, el rey Carlos III -sentando en el salón azul del Palacio de Buckingham y con una foto de Isabel II bien visible en el escritorio- ha convertido su primer discurso en un homenaje a su madre y a su legado con constantes referencias a su sacrificio, a su servicio y al deber cumplido.

«Quiero honrar la memoria de mi madre», dijo para comenzar el que hasta ayer era el príncipe heredero. Las referencias a Isabel II fueron una constante durante todo el discurso, especialmente emotivas cuando llegó al final e hizo referencia también al duque de Edimburgo, fallecido en abril de 2021.

«Mi querida mamá, conforme inicias tu último gran viaje para unirte a mi fallecido papá, simplemente decirte gracias, gracias por tu amor, por tu devoción a nuestra familia y a la familia de naciones a las que has servido durante tantos años. Que el vuelo de los ángeles te cante para tu descanso».

Esta frase podría se un guiño al escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal, William Shakespeare, que en una de sus obras, Hamlet, dice: «Buenas noches, dulce príncipe; que coros de ángeles arrullen tu sueño».

Igual que hizo la propia Isabel II durante sus recientes celebraciones jubilares por sus 70 años en el trono, Carlos III ha aprovechado la primera ocasión disponible para sentar las bases de los que forman parte de esta nueva era y los que no. Ya como príncipe de Gales dejó ver que su intención era la de una monarquía reducida y así va a ser, ha dejado claro que sus grandes (y únicos) apoyos son Camilla y Guillermo.

«Es un momento de cambio para mi familia. Cuento con la amorosa ayuda de mi querida esposa, Camilla», ha dicho reconociendo su «leal servicio público» desde que se casaron hace 17 años. «Se convierte en mi reina consorte, sé que estará a la altura de las nuevas exigencias de este papel», ha añadido.

«Mi heredero, Guillermo asume los títulos escoceses que tanto han significado para mí. Me sucede como duque de Cornualles y asume las responsabilidades del ducado de Cornualles que he asumido durante más de cinco décadas», ha dicho antes de nombrarlo Príncipe de Gales. «Con Catherine a su lado, el nuevo Príncipe y la nueva Princesa de Gales, sé que continuarán inspirando y liderando el debate nacional, ayudando a centrarlo y a prestar atención donde sea necesaria la ayuda vital».

Hay que recordar que el ducado de Cornualles se hereda de forma automática y que tiene el fin de sostener económicamente al hijo mayor del soberano, pero el del príncipe de Gales estaba pendiente hasta ahora. Por otro lado, esa parte del discurso encierra otro detalle, Carlos III nombra en primer lugar los títulos escoceses y es que todavía no se ha celebrado el funeral de Isabel II y en Escocia empiezan a explorar la posibilidad de un segundo referéndum de independencia.

Por último, en lo que se refiere a la familia Windsor, no ha nombrado a sus hermanos -los condes Wessex fueron un pilar importante al final del reinado de Isabel II- pero sí a Harry y a Meghan, aunque lo ha hecho -y esto es clave- por su nombre de pila, sin usar sus títulos oficiales: «También quiero expresar mi amor por Harry y Meghan mientras continúan construyendo sus vidas en el extranjero». No deja lugar a duda, no están y no se les espera.

El Rey es consciente que tiene por delante un largo camino para llegar a la popularidad de su madre y que es muy difícil, por la edad y por el momento en el que accede al trono, igualar su legado. Él es sabe que tiene que convertirse cuanto antes en una figura de cohesión nacional en un país fragmentado y ha hecho constantes alabanzas a la tradición y también a la modernidad, dejando claro que la combinación entre ambas puede ser beneficiosa.

«En su vida de servicio (dice sobre Isabel II) vimos ese amor perdurable a la tradición, junto con ese abrazo intrépido al progreso, que nos hacen grandes como Naciones. El cariño, la admiración y el respeto que inspiró se convirtieron en el sello distintivo de su reinado», dijo Carlos III, como una forma de anclarse a esa misma historia, además apoyó su discurso sobre un pilar clave en una monarquía parlamentaria: viene a servir y no a reinar, por lo que usa el verbo servir hasta en siete ocasiones.

«En 1947, cuando cumplió 21 años, se comprometió en una transmisión desde Ciudad del Cabo a la Commonwealth a dedicar su vida, ya fuera a corto o largo plazo, al servicio de sus pueblos. Eso fue más que una promesa: fue un profundo compromiso personal que definió toda su vida. Hizo sacrificios por el deber», ha dicho el rey Carlos, consciente de que recibe un país muy distinto al que heredó de su madre en 1952, cuando el Reino Unido todavía era el imperio que llegó a gobernar sobre una cuarta parte de la población mundial. Igual que lo era Isabel II, ahora Carlos III es jefe del Estado de Reino Unido y soberano de catorce estados independientes.

Como príncipe de Gales sabía que este era uno de sus mayores retos y por eso estuvo presente en la ceremonia en la que Barbados se convirtió en una república, en diciembre de 2021, con el fin de mantener la conexión entre países. Fue el mismo motivo que llevó hace unos meses a Guillermo y Kate, ahora príncipes de Gales, a hacer una gira por el Caribe, todos son conscientes de que tiene que actualizar el mensaje e imprimir un estilo propio sobre este tema.

En su discurso, Carlos III lo ha vuelto a recordar: «Y dondequiera que viva en el Reino Unido, o en los Reinos y territorios de todo el mundo, y cualquiera que sea su origen o creencias, me esforzaré por servirle con lealtad, respeto y amor, como lo he hecho a lo largo de mi vida».

Con la muerte de Isabel II, Carlos III también se ha convertido en lo que en la cabeza de la Iglesia Anglicana, es decir, en el Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra y sabe que su apoyo es fundamental. No siempre lo tuvo, hay que recordar que su divorcio con Diana de Gales fue complicado, igual que su segunda boda por lo civil con Camilla, ahora reina consorte, pero que, rizando el rizo, se crio en el catolicismo. Esta historia es cosa del pasado, Isabel II lo dejó todo atado y le allanó el camino, sin embargo, él no se ha olvidado en este discurso de la Iglesia.

«Las instituciones del Estado han cambiado. Pero, a través de todos los cambios y desafíos, nuestra nación y la Commonwealth, de cuyos talentos, tradiciones y logros estoy tan inexpresablemente orgulloso, han prosperado y florecido. Nuestros valores se han mantenido y deben permanecer constantes. El papel y los deberes de la Monarquía también permanecen, al igual que la relación y responsabilidad particular del Soberano hacia la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia en la que mi propia fe está tan profundamente arraigada».

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