La literatura se transformó en una vibrante samba en la mágica noche del lunes durante el segundo día de Carnaval en el famoso sambódromo de Río de Janeiro. Fue un despliegue donde el ritmo africano envolvió un éxito literario sobre la dolorosa historia de la esclavitud en Brasil, un relato que en su momento fue pasado por alto por la crítica.
Guerreros africanos, ataviados con escudos de plumas y lanzas, se mezclaron con majestuosas carrozas para narrar la conmovedora historia de la protagonista de «Un defecto de color»: Kehinde, una mujer capturada en África por traficantes de esclavos.
Desde una de las carrozas, decorada con plumas, emergía el rostro de una mujer negra con un turbante blanco, junto a una carabela, simbolizando el viaje hacia la esclavitud en las plantaciones de Brasil, un país que tardó en abolirla hasta finales del siglo XIX.
Todo esto se desenvolvía al compás de una canción que, entre tambores, hacía eco de los orígenes africanos del samba: «El samba genuinamente negro, fina flor, jardín del gueto, que exhala nuestro afecto…».
La obra, escrita por Ana Maria Gonçalves y publicada en 2006, ha sido considerada una de las joyas literarias más destacadas del siglo XXI en Brasil. Esta fue la elección audaz de la histórica escuela Portela, la cual ha conquistado el título de campeona del Carnaval carioca en múltiples ocasiones.
Aunque la novela recibió el prestigioso Premio Casa de Las Américas en Cuba en la categoría de literatura brasileña, fue pasada por alto en los principales certámenes brasileños, los cuales estaban dominados, hasta hace poco, por escritores hombres y blancos.
En medio del esplendor del desfile, Victória Campos, una de las musas de Portela, deslizaba su gracia por la pista del sambódromo, adornada con una corona de plumas de faisán y unas alas de mariposa a sus espaldas.
«A través de la escuela de samba, podemos llevar la historia de lucha de la mujer negra a quienes aún no la conocen», compartió Campos, quien es afrodescendiente y encuentra en la protagonista de la novela un reflejo de su propia madre.
Ana Maria Gonçalves, quien también participó en el desfile sobre una de las carrozas, destacó la importancia de reivindicar el papel de las escritoras negras y mestizas como ella.
«Es una reivindicación de nuestro lugar y papel, que por mucho tiempo fue interpretado por aquellos que hablaban sobre nosotras sin realmente escucharnos», expresó la escritora de 54 años en una entrevista reciente con el diario Folha de São Paulo.
A pesar de la falta de reconocimiento inicial y de sus imponentes 968 páginas, el libro se ha convertido en un éxito de ventas con casi treinta ediciones y ha ganado gran popularidad entre la población afrodescendiente de Brasil, quienes buscaban obras que abordaran el persistente racismo del que aún son víctimas.
Entre los espectadores del desfile en la noche del lunes se encontraba Emanuele Dutra, vistiendo orgullosamente la camiseta blanquiazul de Portela.
Aunque admitió haber leído la novela «superficialmente» debido a su extensión, reconoció su importancia al abordar prejuicios que aún persisten en Brasil.
En la última carroza, un barco con alas de mariposa llevaba la figura de una madre con un niño en brazos, recordando la conmovedora búsqueda emprendida por la protagonista para encontrar a su hijo, quien fue vendido como esclavo.
El miércoles de ceniza se conocerá el veredicto final, revelando quién será la vencedora entre las doce escuelas que desfilaron en las noches del domingo y del lunes.