Desde la madrugada de este martes 22 de noviembre, una Cuba transnacional lo llora y lo celebra, porque #PabloesCuba, escriben en el lenguaje de etiquetas de las ágoras virtuales, y en eso están de acuerdo muchos cubanos de muchas orillas geográficas y políticas.
«Duelo nacional, mundial, cósmico. La Cuba mejor es la de tus canciones, y la de tu voz. Gracias por todo», escribe en Facebook la productora de cine independiente cubano Claudia Calviño, redicada en Barcelona.
«En una plaza ausente estamos ahora todos reunidos, cantando, habitando como fantasmas el país que no fue», resume el periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez, vetado por el Gobierno -como otros muchos cubanos- para regresar a la isla, desde Nueva York.
«Si hay una voz que siempre me ha devuelto Cuba en cualquier lugar del mundo y me ha devuelto a mí a Cuba, mi corazón, ha sido la de Pablo. Pablo es la voz que me dice que todo fue un sueño, pero el sueño fue hermoso, aunque fuera un engaño. Para muchos el sueño fue real. Alguna vez. Con Pablo yo siento la pérdida de ese sueño que nunca hemos cumplido. Ese sueño eterno. Y me siento dichosa por haberlo tenido. Sobre todo, por tener la capacidad de inventarme otro», escribe su colega Mónica Baró, exiliada también, primero en Madrid y hoy en Nueva York.
«Mi hijo me acaba de dar la triste noticia (de) que ha fallecido Pablo Milanés. Mi hermano menor querido. Qué dolor tan grade para mí», escribe en La Habana otra leyenda de la música cubana, Omara Portuondo, internacionalmente conocida como parte del Buena Vista Social Club:
«Me lo presentó Aida Diestro, directora del cuarteto D’Aida y desde entonces fuimos amigos y hermanos Pablucho, como te decía. Estarás en el corazón de cada cubano por siempre, en el corazón mío y de mi familia.»
#CantemosaPablo convocan algunos en La Habana, para las 3 de esta misma tarde en el parque de H y 21, en el barrio de El Vedado, en una jornada que, en algunos calendarios, marca el día de Santa Cecilia, la patrona de los músicos y poetas.
Mientras, en Miami, plaza por excelencia del exilio cubano, algunos aún rechazan al que fuera por décadas un cantor «de la Revolución» cubana, pese a sus posturas críticas de décadas más recientes.
Pero tampoco allí faltan quienes convocan a una vigilia cantora para manana miércoles 23 de noviembre, en el malecón de la Ermita de la Caridad del Cobre, a las cinco de la tarde.
Cada quien lo evoca con otra canción de sus «más de 40 discos en solitario, atravesados por los temas del amor, la vejez, la patria, la lucha, la desesperanza, la felicidad, y las muchas formas de la agonía propias de un Unamuno», como ha escrito el historiador cubano Julio César Guanche.
Porque Pablo desafió, incluso, «la ‘hombría’ cubana, esa cosa tan patética a la que adscribe el propio Estado cubano, con canciones que aseguran ‘la prefiero compartida’, o ‘no somos Dios, no nos equivoquemos otra vez’, en respeto a la opción por el mismo sexo», recordaba Guanche.
«No ha sido fácil tener una opinión / que haga valer mi vocación / mi libertad para escoger…», lo canta en Twitter, desde Matanzas, la historiadora Alina Bárbara López: «Gracias Pablito, por ser la compañía y la voz poética y cívica de tantas generaciones. Te quedas con nosotros. Vuela alto.»
«Hablaste con sinceridad cuando casi nadie de tu altura hablaba con sinceridad. Pagaste por eso. Lo padeciste sin queja. Nos enseñaste qué cosa es ser íntegro y digno», coincide la periodista Mónica Baró.
Y así lo recuerda también El País, de España, con un amplio dossier sobre esa «gran voz de la música iberoamericana». Pablo Milanés encabeza la portada de uno de los principales diarios del país que lo acogió en sus últimas horas; un país que ha acogido también a tantos cubanos y donde Pablo «residía desde hace años para recibir tratamiento médico por un cáncer».
Mientras, la prensa oficialista cubana lo despide, por el momento, con notas necrológicas que destacan el mensaje enviado, desde Rusia, por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República.
El gobernante reconoció a Pablo en Twitter como «uno de nuestros más grandes músicos. Voz inseparable de la banda sonora de nuestra generación», y envió sus condolencias «a su viuda e hijos, a Cuba.» Y lo mismo hicieron otros funcionarios e instituciones estatales.
«El mundo de la música cubana, latinoamericana y mundial está de luto», escribió la cadena Telesur, la única internacional que se transmite en la isla, mientras destacaba también las condolencias oficiales cubanas.
#EternamentePablo, se despiden en redes, a diestra y siniestra, cubanos de varias generaciones, y algunas instituciones culturales, recordando uno de sus himnos «Yolanda».
El cantautor cubano, fundador y artífice del sonido de la Nueva Trova junto a Silvio Rodríguez y otros músicos de su generación, murió esta madrugada en Madrid a los 79 años.
Había sido hospitalizado el 12 de noviembre por «los efectos de una serie de infecciones recurrentes» que en los últimos tres meses habían venido afectando su estado de salud, según informó entonces su oficina artística.
Una de sus últimas actuaciones en directo fue en junio pasado en La Habana, en un concierto trasladado a última hora a las amplias instalaciones de la Ciudad Deportiva, tras protestas de muchos cubanos que se habían quedado sin las inicialmente escasas entradas ofrecidas para un escenario menor.
La Nueva Trova, el viejo desengaño
La Nueva Trova fue una nueva corriente musical encabezada por Silvio Rodríguez, Noel Nicola y el propio Milanés, a partir del año 68, que logró hacerse un hueco dentro del competido mapa de la música de la isla.
«Nos ganamos una posición y una manera de hacer las cosas al incorporar a nuestras canciones todo lo que nos tocó vivir como generación, política, histórica y culturalmente», dijo en una entrevista en ABC en 2005.
Sin embargo, lo que un día fue amor en amargor se volvió. Milanés, que llegó a ser miembro de la Asamblea Nacional cubana, renegó de ir un paso más allá en el aparato comunista y complejizó su posición: «Por supuesto que mi visión política de las cosas no es la misma hoy que en los sesenta.
Entonces los análisis eran más sencillos, quizá más sentimentales. Fueron tiempos muy hermosos», nos explicaba al inicio del milenio.
Y aunque aseguraba no ser un «adicto» al régimen cubano («siempre hay cosas que matizar, siempre hay margen para las críticas o para las apologías»), Milanés parecía tener las cosas claras entonces: «En esencia me sigo considerando un revolucionario; ha cambiado la Historia, pero yo no».
Pero su relación con Rodríguez se empañó al punto de lanzarse pullas cruzadas por conflictos como el trato del Régimen Castrista a las Damas Blancas allá por 2011 o la defensa de las libertades individuales.
En aquel entonces el autor de ‘Ojalá’ apuntaba que compartía el fondo de algunas críticas pero no la forma («burda y desmorada») y recordaba que Milanés y él llevaban 20 años sin verse ni hablar por teléfono. «El Pablo que conozco tiene casi un cuarto de siglo de retraso», dijo.
Primero con peinado afro y luego sin peinado alguno, el compositor comenzó su labor compositiva con ‘Tú, mi desengaño’, su primera canción, sita espiritualmente en 1963, convirtiéndose con el andar del tiempo en un nombre tan propio como imprescindible de la música cantada en español de las últimas seis décadas, con más de 40 álbumes en el mercado.
Antes de todo ello había participado en grupos vocales como el trío Los Armónicos, el conjunto Sensación y el Cuarteto del Rey, agrupación de negro spiritual, un tipo de canto cristiano, y en donde ya tuvo un papel protagonista.
Recordemos que en su longeva y brillante carrera ganó dos Grammy Latinos (2006) y una estatuilla a la Excelencia Musical (2015), y colaboró con numerosos gigantes a ambos lados del Atlántico, como Luis Eduardo Aute, Mercedes Sosa, Chico Buarque, Víctor Manuel, Ana Belén, Chucho Valdés, Fito Páez, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat.
Cinco esposas a las que cantar
Algunos de sus grandes éxitos fueron ‘El breve espacio’ en que no estás, Ámame como soy’ o su gran clásico universal ‘Yolanda‘, la canción con más reproducciones en Spotify del músico, más de 20 millones, en la que cantaba a su segunda esposa esos indelebles versos tan sentidos de «Te amo, te amo (eternamente te amo)».
Pablito Milanés, como se le conocía en su amada Cuba, cantó realmente canciones de amor a sus cinco amores, a sus cinco esposas.
Con cada nuevo nombre amatorio en su vida, una canción. Compuesta o dedicada. Así a Olga, le cantó ‘Olga’; a Yolanda le escribió ‘Yolanda’ pero antes le había dedicado ‘Yo no te pido’; a Zoe le dedicó una que llamó ‘Amor’ y otra que llamó ‘Comienzo y final de una verde mañana’; a Sandra, una que llamó ‘Sandra’; y a Nancy Pérez, como es gallega de Mazaricos (La Coruña), una llamada ‘El largo camino de Santiago’ y también ‘Regalo’ o, en su última gira este mismo 2022, ‘Cuando tú no estás’.
Precisamente, Olga, la primera, fue la que tuvo que sufrir con el encarcelamiento de su marido en las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción) de Fidel Castro, adonde fue tras el engaño de decirle que iba a cumplir el servicio militar. Su desesperación allí se la trasladó en una carta a su mujer: «No lo soporto más, estoy a punto de cometer una locura».
Finalmente, Milanés se fugó. Y contó, según rememora Mari Cruz Magdaleno en un artículo este julio, que aquel lugar era «un campo de concentración estalinista. Pero a mí no me llevaron por homosexual, drogadicto o contrarrevolucionario, sino por mis opiniones respecto a la revolución que expresaba libremente donde me parecía».
En 2015 declaró que todavía está esperando que el gobierno cubano le pidiera perdón por lo que pasó allí, «porque para un chaval de 23 años aquello fue brutal».
Así, en su devenir artístico, quizá influido por estos hechos y otros que solo observó, Milanés fue optando en lo musical por el ‘filin’, otro género cubano al que se adscribió desde sus inicios, vinculado obviamente a los sentimientos y la emoción, y desertando poco a poco de la Revolución y la política, ambientando sus creaciones en sonidos que iban desde la tradición a la modernidad, abarcando jazz, rumba, el bolero o el son.
«Hablar de política envenena cualquier conversación sobre el arte. Yo no hablo ya de política ni con los amigos», declaraba en 2019 a Clarín en un proceso de desideologización pública ya cerrado.
Que incumplió, claro. El año pasado, Milanés criticó duramente la represión y el hambre a los que está sometido el pueblo cubano por el «fracasado» Gobierno de la isla y se mostró confiado en que los jóvenes serán el «motor» de cambio en su país.
«Es irresponsable y absurdo culpar y reprimir a un pueblo que se ha sacrificado y lo ha dado todo durante décadas para sostener un régimen que al final lo que hace es encarcelarlo», se lamentaba el trovador en su cuenta de Facebook.
Tras su hospitalización hace tres meses, Milanés se vio obligado a cancelar algunos conciertos previstos para las entonces próximas semanas, entre los que estaba programado uno en Pamplona el 13 de noviembre, así como en Ciudad de México o Santo Domingo.