Mierda de artista (Merda d’artista en italiano) es el título de una obra del polémico artista conceptual Piero Manzoni, expuesta por primera vez el 12 de agosto de 1961, en la Galleria Pescetto, de Albissola Marina, Italia.1
Se trata de una mordaz crítica del mercado del arte, en el que la simple firma de un artista con renombre produce incrementos irracionales en la cotización de la obra; es una manifestación del épater le bourgeois del arte de vanguardia.
Consiste en 90 latas cilíndricas de metal de cinco centímetros de alto y un diámetro de seis centímetros y medio que contienen, según la etiqueta firmada por el autor, Mierda de artista. Contenido neto: 30 gramos. Conservada al natural. Producida y envasada en mayo de 1961.
Este texto se encuentra escrito en el lateral de cada de ellas en diversos idiomas (inglés: Artist’s Shit, francés: Merde d’artiste, italiano: Merda d’artista, y alemán: Künstlerscheiße). Todas están además numeradas y firmadas en la parte superior.
Satirizaba el mercado del arte, el culto al artista, el consumismo y el derroche. El artista también estaba ofreciendo un nuevo artículo de producción en masa con un nuevo empaque (que él creó usando papel café o periódico y cuerda, sellado con cera roja y un sello de metal con su nombre).
En aquel entonces los artistas pop explotaban al máximo los empaques, y la decisión de Manzoni de valorar tan altamente su excremento hizo una clara referencia a la tradición del arte visto como una mercancía glorificada, enfatizando la idea de que cualquier cosa con la firma de un artista se convertía en algo valioso, sin importar su contenido.
Susie Hodge, Por qué un niño de cinco años no pudo haber hecho esto. El arte moderno explicado. Altea y Ediciones Generales Santillana.
Se pusieron a la venta al mismo valor que entonces tenían treinta gramos de oro, y hoy en día su precio alcanza cifras de cuatro y cinco dígitos en euros, en las pocas ocasiones en que alguna de ellas sale a la venta o a subasta, alcanzando la cifra más alta en una subasta de Milán, con 275.000 euros.
Pasados más de treinta años de la muerte del autor, su amigo Agostino Bonalumi reveló que las latas contienen solo yeso, en un artículo publicado por el diario italiano Il Corriere della Sera.
Sin embargo, parece que ninguna ha sido abierta, pues al hacerlo su valor disminuiría gravemente, por lo que se sigue especulando sobre su contenido.
Para tasar ‘Mierda de artista’, se equiparó el precio de los excrementos de Manzoni con el del oro. En aquel momento, treinta gramos del metal costaban alrededor de 40 dólares, así que las latas se vendían más o menos por ese importe.
Podría parecer ridículo rascarse el bolsillo para comprar heces, pero al final se ha revelado como una excelente inversión: en 2007, la Tate Modern londinense adquirió una de las latas por 30.000 dólares; ese mismo año, otra se subastó por 108.000, y en 2016 se vendió una por 300.000.
El oro se ha vuelto barato en comparación. Según la Fundación Piero Manzoni, hay en el mundo once museos que poseen al menos uno de los coquetos envases: el que más cerca nos pilla es el Centro Pompidou, en París, orgulloso propietario de la ‘Mierda de artista’ número 31.
Hace algunos años, un amigo de Manzoni publicó en los periódicos que, en realidad, las latas no contienen deposiciones, sino solo treinta gramos de yeso, pero nadie está dispuesto a abrir una para comprobarlo, porque eso hundiría su cotización.
Una excepción fue la obra del artista francés Bernard Bazile titulada ‘Lata abierta de Piero Manzoni’, que consistía precisamente en eso, en una ‘Mierda de artista’ pasada por el abrelatas, pero el hueco solo permitía ver que dentro había ‘algo’ envuelto en papel. Bazile también ha dedicado un libro entero a los dueños de alguna de las latas.
Vida y obra: sesenta páginas en blanco
Las estrategias artísticas de Manzoni le sobrevivieron. Cuando murió de un infarto, en 1963, un amigo firmó su certificado de defunción y lo convirtió así en obra de arte.
Y su pieza póstuma ‘Piero Manzoni: su vida y obra’ es un elegante libro con 60 páginas traslúcidas… que están totalmente vacías.