La primera chica Bond latina nació, por circunstancias de la vida, en San Carlos, Río San Juan. Sus padres la llamaron Bárbara. Bárbara Kingsbury Cajina, aunque cuando se convirtió en una modelo consagrada decidió cambiar el Kingsbury por Carrera.
Su padre, Louis Kingsbury, trabajaba en la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua. Su madre, Florencia de Cajina, una jovencita blufileña que cuando conoció al padre de Bárbara la diferencia de edad entre ellos era tan grande que algunos de los hijos del matrimonio anterior del señor Kingsbury podrían tener la misma edad de la muchacha. Él –calcula Carrera– era unos 30 años mayor que su madre.
“Mi papá tenía unas plantaciones de caucho y se acercaba el año nuevo. Mi mamá iba en barco a ver a mi papá que estaba en Río San Juan y así fue que nací en San Carlos”, asegura la actriz en entrevistas.
Bárbara Carrera, de 38 años, y con más de una década de trabajar en Hollywood, interpretó en 1983 a la bella, seductora y letal «Fátima Blush» en la cinta «Nunca digas nunca jamás».
Blush es enfermizamente siniestra, pero sobre todo muy sexual, así lo demuestra en su primer encuentro con Bond al aparecer con un traje de baño rojo, de una sola pieza con tanga.
Sean Connery es 007 y la otra chica Bond fue la poco conocida actriz en esa época, pero sí muy bella, Kim Bassinger. El actor y cómico Rowan Atkinson, el popuar «Mr. Bean» también tiene un pequeño papel en la cinta.
La trama de la película gira a que la temible organización criminal Spectre (Special Executive for Counter-intelligence, Terrorism, Revenge and Extortion) ha ideado un ingenioso plan que le permite conseguir dos proyectiles nucleares, los cuales harán estallar si el gobierno no cede a su chantaje, por lo que el agente 007 se encargará del caso.
Fátima Flush es la número 12 de Spectre. Casualmente el filme, dirigido por el oscarizado Sam Mendes, y que una parte se rodó en México se llama «Spectre».
Por su brillante actuación Carrera fue nominada al Globo de Oro como Actriz de Reparto, pero no lo consiguió por culpa de Cher.
Era la década de los 70 y la nicaragüense Bárbara Carrera era una de las modelos más cotizadas en el mercado no sólo estadounidense, sino también europeo. Vogue, Playboy, Harper´s Baazar. Anna Bella. No había revista que se resistiera ante los encantos de Carrera. No había una sola revista que no hablara de la nicaragüense.
En esa época, Carrera era considerada una de las mujeres más bellas y sexy del mundo artístico. Su belleza era vista como exótica. Diferente a todo el resto de mujeres que se movían en ese ambiente.
La actriz nicaragüense filmó más de 30 películas y apareció en varias series de televisión. Trabajó al lado de Chuck Norris y David Carradine en «Lobo Solitario McQuade», en 1983; y junto a Rock Hudson en 1976 en la cinta » Embryo». Otro papel destacado tuvo en las películas «La isla del Dr. Moreau», en 1977.
Salvo excepciones como La bruja de mi madre con Bette Davis, entre finales de los 80, los 90 y principios de los 2000 tuvo que conformarse con papeles en thrillers de acción de serie B y comedias que resultaron un fracaso. Y ante las pocas oportunidades que se le abrían, decidió finalmente dejar la actuación tras trabajar en la película Paradise en 2005.
Desde entonces, apenas se ha vuelto a saber de ella. Sin embargo, nunca se ha cerrado a la prensa y sigue abierta a participar en entrevistas y documentales.
De esta forma, hemos podido conocer que Barbara Carrera sigue ganándose la vida en el mundo del arte como pintora, viviendo de la venta de sus cuadros y de la realización de exposiciones.
Sin embargo, en todo este tiempo no ha tenido una vida fácil. Según contó en una entrevista con El País en 2015, en 2011 fue diagnosticada de un cáncer de mama y se enfrentó a una dura lucha contra la enfermedad.
No obstante, Carrera contaba cómo esta difícil experiencia le ha ayudado a apreciar más la vida y las cosas pequeñas, por lo que ahora, a sus 75 años, disfruta de una vida plena y feliz.