En 1880 la escritora suiza Johanna Spyri publicó “Heidi”, un libro infantil lleno de inocencia donde se resaltaban los valores humanos y el amor hacia la naturaleza, y donde se contaba parte de la vida de la pequeña Heidi, una niña que vivía en los Alpes suizos cerca de la frontera con Austria.
En el libro, que vendería en las décadas venideras la friolera de 50 millones de ejemplares, se relataba la vida de Heidi, una niña huérfana que era llevada por su tía Dete a la comuna suiza de Maienfeld a vivir con su abuelo, un hombre a quien no conocía y que era conocido como “El Viejo de los Alpes”, por ser casi un ermitaño.
La pequeña, a poco de llegar, terminaba ganándose el corazón de su abuelo y ella misma terminaba cautivada por la vida en los Alpes, donde estaba en contacto directo con la naturaleza y los imponentes paisajes de la montaña. Allí, por cierto, conocía a Pedro, un chico que se encargaba de pastorear a las cabras de los aldeanos, quien se convertía en su mejor amigo y en su compañero de aventuras.
La vida de Heidi sufría un brusco cambio cuando su tía Dete, para gran pesar de Pedro y su abuelo, la llevaba a vivir a una casona de Frankfort, como damita de compañía de una niña inválida, Clara Sesemann, que terminaba convirtiéndose en su mejor amiga.
Heidi, sin embargo, no sólo debía soportar el encierro y la rigidez impuesta por la tutora de Clara, la estricta señorita Rottenmeier, sino que además debía hacer frente a la nostalgia que sentía por su pasada vida en las montañas.
Cuando el padre de Clara, viendo lo deprimida que estaba Heidi, la enviaba de nuevo a los Alpes, enviaba después a Clara a visitarla. Allí, en medio de los bellos paisajes, y rodeada del cariño de Heidi, su abuelo y el mismo Pedro, Clara conseguía caminar de nuevo, cambiando su vida por completo.
La serie animada Si bien en 1937 Hollywood realizó una película basada en el libro, protagonizada por la actriz infantil Shirley Temple, la famosa versión de dibujos animados hecha en Japón en 1974 fue la que popularizó al personaje de Heidi a nivel mundial.
Compuesta por 52 capítulos, la serie animada fue emitida en Latinoamérica a fines de los años 70 y principio de los años 80’, alcanzando en nuestro país una gran popularidad.
La serie enganchó a la audiencia de inmediato, partiendo por su famosa introducción, donde aparecía Heidi columpiándose en un columpio que parecía estar instalado en el mismísimo cielo y viajando arriba de varias nubes algodonosas que pasaban sobre los bellos paisajes de los Alpes, todo ello bajo el ritmo de la famosa canción que comenzaba diciendo “Abuelito dime tú, qué sonidos son los que oigo yo…”.
Muchos de los capítulos de Heidi todavía son recordados por los espectadores, partiendo por el capítulo inicial, cuando el abuelo, un arisco hombre que había elegido vivir lejos de la gente, conoce a Heidi por primera vez y no quiere quedarse con la niña porque supone demasiada responsabilidad.
“¿Qué quieres que haga si se pone a llorar? ¿Qué la ate a un abeto?”, le pregunta el malhumorado “Viejo de los Alpes” a la tía Dete, ignorando que la niña iba a sacar las mejores cualidades escondidas en su corazón y que él mismo iba a quedar devastado cuando la misma tía Dete le quitaba a Heidi para llevarla a vivir a Frankfort.
Otras secuencias también son inolvidables: cuando Heidi come por primera vez queso derretido, duerme en la cama rellena con paja que le ha hecho su abuelo, conoce al pequeño cabrito llamado “copo de nieve” (su favorito) y a la abuela ciega de Pedro, o se queda extasiada contemplando las montañas nevadas o el sonido de los imponentes abetos movidos por el viento.
Sin mencionar, por supuesto, el famoso y divertido capítulo en que Heidi cría a un pequeño pajarito al que bautiza como Pichi, el mismo pájaro que en una secuencia termina dentro de la boca de “Niebla”, el gigantesco e impasible perro San Bernardo del abuelo, y Heidi llora desconsolada porque piensa que se lo ha comido, cuando en realidad el pájaro sale de nuevo de la boca del perro sano y salvo.
Otra escena particularmente significativa ocurre cuando Heidi, en Frankfort, abre la jaula del pajarito de Clara para liberarlo de la cautividad, lo que lleva a Clara a recuperar su deseo de vivir y también de reaccionar a su enfermedad para conocer el mundo.
Mención aparte merecen los personajes de la serie, partiendo por el lacónico abuelo de Heidi, un solitario hombre de gran barba blanca con un atormentado pasado pero de buen corazón, que termina convertido otra vez en un ser humano sociable y generoso por la misma influencia de su nieta.
Pedro, el divertido pastor travieso de cabras que es llamado “General” por el abuelo de Heidi, a quien le faltan algunos dientes y al que le gusta tumbarse debajo de las cabras para tomar leche directamente de sus ubres; y, por supuesto, la insoportable señorita Rottenmeier, la tutora de anteojos y cara de pocos amigos que le hace la vida imposible a Heidi en Frankfort con su estricta disciplina.
Heidi, la entrañable niña de los Alpes con las mejillas rojas que siempre andaba traveseando con su mismo vestido y que tenía la virtud de sacar las mejores cualidades de los personajes de la serie, todavía pervive en el recuerdo de miles de niños en los años 80, los mismos que hoy, convertidos ya en adultos, todavía se emocionan recordando algunos de sus capítulos.
- Tomado de: Guioteca