Hacia las ocho de la tarde del 4 de agosto de 1962, Norma Jean Mortenson -más comúnmente conocida como Marilyn Monroe- se encerraba en su habitación de su casa en Brentwood, California pretextando un importante cansancio y la necesidad imperiosa de meterse en la cama.
La versión oficial asegura que horas más tarde, sobre las 3 de la madrugada, Eunice Murray, ama de llaves de la actriz, llamaba por teléfono al psiquiatra de Monroe, preocupada ante la imposibilidad de entrar en su habitación por estar cerrada con llave.
Ralph Greenson se dirigió rápidamente al domicilio, rompió la ventana de la habitación de la actriz, que yacía muerta sobre su cama. Otras versiones apuntan a que la actriz fue descubierta inconsciente sobre las once de la noche y que falleció en la ambulancia de camino al hospital.
Independientemente de si decidimos confiar en una u otra versión, el hecho es el mismo: esa noche. Marilyn Monroe fallecía con 36 años.
Norma Jean Morternson nació el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles. Su madre era montadora de cine y su padre la abandonó poco antes de su nacimiento, provocando grandes problemas emocionales y financieros que conducirían a la joven madre a entregar a su hija a unos amigos de la familia.
Entre crisis nerviosas y episodios depresivos, la inestabilidad de la madre de Monroe la hicieron deambular durante años por varios orfanatos californianos y diversas familias de acogida.
Cumplida la mayoría de edad, la joven promesa empezó a trabajar en una fábrica de munición, donde fue fotografiada por un periodista que preparaba un reportaje sobre las mujeres trabajadoras durante la Segunda Guerra Mundial.
Prendado de su belleza y carisma, le recomendó inscribirse en una agencia de modelaje. En 1945, ya había aparecido en más de 30 revistas de moda estadounidenses.
A partir del final de la década de los 40, Monroe empezó a interpretar papeles secundarios en películas de la productora 20th Century Fox y Columbia, sin gran repercusión para su carrera.
En 1952 interpretó a Peggy en Encuentros en la noche, a Annabel en No estamos casados y a Nell Forbes en Niebla en el Alma.
Su boom de popularidad se produjo en 1953, cuando protagonizó Cómo casarse con un millonario, La tentación vive arriba y Los caballeros las prefieren rubias, en la que lucía su mítico traje rosa y rezaba por encontrar a un hombre que conociese Tiffany’s y Cartier y le regalase las mejores joyas y diamantes.
En 1959 sufrió un aborto espontáneo que derivaba en una importante crisis nerviosa. En paralelo, grababa Con faldas y a lo loco con Jack Lemmon y Tony Curtis, que se quejaban de la falta de profesionalidad de la actriz, su impuntualidad y su imposibilidad de memorizar las frases del guion.
Su consumo de alcohol y medicación ansiolítica se disparaba y su vida personal se desmoronaba, llegando incluso a divorciarse de su tercer marido en 1961, el guionista Arthur Miller, tras cinco años de matrimonio.
En 1962 empieza el rodaje de Something’s got to give, dirigida por George Cukor y que nunca llegó a estrenarse por estar inacabada. Ese mismo año, Monroe cantaba el mítico Cumpleaños feliz a John F. Kennedy, con quien se rumoreaba que mantenía una relación sentimental desde hacía años.
Desde el fallecimiento de Monroe, las hipótesis sobre su relación con el expresidente y las circunstancias de su fallecimiento se han multiplicado. Algunos apoyan la tesis del suicidio, basándose en sus ingresos previos en plantas de psiquiatría.
Otros, confían en que la actriz fue envenenada por los interesados en el fin de su romance con Kennedy. Sea como fuere, el fallecimiento de la actriz, supuso una grandísima pérdida para Hollywood, una industria que a menudo menospreció y subestimó su inteligencia, potencial, complejidad y profundidad.